Entre grises, abrumado por la niebla, me pierdo en bosques y en las orillas del agua. Está en calma la alborada, envuelta en voces de grullas. La piedra canta en el regato y se escucha el metálico tintineo de un petirrojo que difunde semicorcheas de vaho. Limitada la distancia, se recrean los oídos. Ahora percibo los fríos y toco la humedad, absorto en íntimo diálogo con el entorno cercano. Sentado en un tocón de encina, sobre valles anieblados, o a la vera del arroyo, tocando casi el cristal de una corriente de vida, espero a que la disputa entre la niebla y el sol se diluya. Mañana sublime de bella tristeza invernal.
Dehesa entre nieblas
Garza real y carpa
Encinas entre la niebla
Bosque y autor
Valles anieblados
Grulla cantando
Dehesa de alcornoques